viernes, 9 de noviembre de 2012

Asesinato y Misterio en el Vaticano - El complot

Continua de Asesinato y Misterio en el Vaticano


El Complot

El Banco Vaticano lava más blanco Según se desprende de las investigaciones realizadas por Yallop, Gurwin, Sisti, Modolo, Di Fonzo, Piazzesi, Bonsanti, Doménech y Rupert Cornweil, la mafia italonorteamericana utilizó las instituciones financieras del Vaticano para blanquear dinero sucio procedente del tráfico de drogas y otras actividades delictivas. Semejante operación fue concebida por Michelle Sindona, que comienza su carrera reciclando la fortuna de los Gambino, conocidos hampones neoyorquinos, a través de un holding. Lentamente, va forjando un verdadero imperio financiero de dimensiones internacionales. Tras entregar al cardenal Montini, el dinero necesario para la construcción de un asilo, y que realmente fue donado por la CIA y la Mafia, se convierte en su amigo y consejero financiero. Por mediación de quien años después se convertiría en el Papa Pablo VI, conoce a Massimo Spada, director del Banco Vaticano. A través del Continental Bank of Illinois, la cuarta, parte de cuyas acciones han sido adquiridas por Sindona, se canalizarán cuantiosas inversiones vaticanas a lo largo del continente americano. Sindona traba una estrecha amistad con Licio Gelli, un poderoso empresario textil que ha combatido contra la República durante la guerra civil española, alistándose luego en las SS nazis y trabajando finalmente como agente del KGB soviético para salvar el pellejo, actividad a la que pronto viene a sumarse la de agente de la CIA, al tiempo que se enriquece ayudando en su huida a Sudamérica a numerosos nazis como el famoso Klaus Barbie. Acusado de haber torturado a partisanos, viaja a Argentina, donde entable amistad con el presidente Perón que le convierte en el primer agraciado con la doble nacionalidad italoargentina y le nombra consejero de su país en Italia. Teje toda una red de contactos en Iberoamérica, similar a la que elabora en Italia entre empresarios, políticos y militares. A partir de 1966, anima a muchos de estos a ingresar en la agrupación P-2, a través de la cual Gamberini, Gran Maestre del Gran Oriente de Italia, pretende contar con un grupo de personajes eminentes que fuesen favorables y útiles a la Masonería, pero que pronto escapa a su control. El poder de convicción y la creciente influencia de Gelli -convertido ya en Gran Maestre de la Logia P-2- llevan a muchos a ingresar en ella convencidos de que les resultará de gran ayuda en sus carreras. Gelli se dedica a acumular secretos que le permiten incrementar su poder y chantajear a otros para que se integren en su logia, convirtiéndose así en el epicentro donde confluyen las más confidenciales informaciones del país, gracias a las cuales manipula las más diversas instancias. Las amistades argentinas de Gelli Para centralizar sus actividades en Iberoamérica, Gelli compra una mansión en Montevideo, jactándose de ser amigo de poderosos hombres de negocios y de dirigentes derechistas de todo el continente. Contribuye al retorno de Perón, en 1973 asiste como invitado de honor a la inauguración de su presidencia y Andreotti comenta, asombrado, el respeto reverencial que el general le profesaba, asegurando que vio cómo Perón se arrodillaba ante Gelli. Su influencia en Argentina estuvo asegurada sucesivamente por el ministro-ocultista López Rega, y - tras el golpe militar- por el General Suárez Masón y por el Almirante Massera, ligados a los escuadrones de la muerte y miembros de la P-2. Junto a ellos, Gelli hace suculentos negocios, comprando principalmente petróleo y armas. Gelli y Sindona se introducen en las más altas esferas vaticanas de la mano de Umberto Ortolani, abogado y Gentilhombre de Su Santidad, que se convertirá en el lugarteniente de Gelli dentro de la P-2, conociendo así a monseñor Paul Marcinkus. Hijo de lituanos y criado en Chicago, en 1963 éste se había convertido en el corpulento guardaespaldas e intérprete predilecto de Pablo VI, salvando su vida en Manila y ganándose su plena confianza. Cuando es encargado de dirigir el Instituto para las Obras de Religión (IQR), aparato financiero del Vaticano, el obispo Marcinkus utiliza los consejos y la red bancaria internacional de Sindona para invertir buena parte de la fortuna del Vaticano, al tiempo que Sindona utiliza la estructura bancaria de la Santa Sede para evadir impuestos y blanquear el dinero de la Mafia y Gelli garantiza la cobertura política de las operaciones. Los escándalos financieros En 1973 Sindona se ha convertido en el banquero más importante del país. El primer ministro le saluda como el salvador de la lira y el embajador norteamericano le califica el hombre del año. Pero la crisis del petróleo, sus operaciones especulativas y los rumores sobre sus relaciones con la Mafia contribuyen a que su imperio se derrumbe en menos de un año. Sindona huye a Estados Unidos y el Vaticano pierde una cifra considerable en la operación, hecho desmentido por Marcinkus, quien niega conocer a Sindona. Roberto Calvi, que conoció a Pablo VI cuando era arzobispo de Milán, trabó relación con Sindona -probablemente por intermedio de Spada y Marcinkus- cuando era subdirector general del Banco Ambrosiano. Había razones sobradas para este encuentro: el IOR era propietario de buena parte de las acciones del Ambrosiano y de la mitad del Finanbank, uno de los bancos suizos de Sindona. Gracias a estos apoyos en 1971 Calvi se convierte en presidente del banco y no tardará en ser tesorero de la P-2. Tras el crack Sindona, el IOR encarga a Calvi de sus inversiones en el extranjero, prestando su nombre para que éste compre la mitad de las acciones de la Banca Mercantile florentina y Marcinkus forma parte de la directiva de la sucursal en Bahamas del Ambrosiano. Gelli viaja a Nueva York, donde Sindona había sido detenido acusado de fraude y testifica que su amigo era víctima inocente de una intriga comunista. Allí, Sindona le presenta a Phil Guarino, director de la campaña electoral de Reagan, a cuya inauguración presidencial le invitará.


En 1977 Sindona le recuerda que considera propios la mitad de sus negocios. Dado que éste no cumple su promesa de enviarle dinero, dos meses después ordena empapelar el centro de Milán con llamativos carteles que denuncian a Calvi como estafador, defraudador y traficante de divisas, y finalmente hace llegar al gobernador del Banco de Italia una carta que acorralará definitivamente a Calvi. En 1979 Sindona renueva sus ataques contra Calvi y el Banco de Italia inicia una investigación sobre esta entidad. En nombre del dividendo En medio de tales problemas, en agosto muere Pablo VI y los cardenales no tardan en elegir sucesor suyo al patriarca veneciano Albino Lucíani. Este Pontífice tan popular trae aires decididamente renovadores. Y había demostrado ya su firmeza ante dos escándalos económicos, uno de ellos relacionado con la venta de la Banca Católica del Véneto a Calvi, por parte de Marcinkus en 1972. Tras la operación, este banco cesó de hacer préstamos a bajo interés con los que había favorecido a los menos privilegiados. A petición de sus obispos, Luciani comenzó a investigar, no pudiendo dar crédito a lo que descubrió sobre Calvi y Sindona. Cuando le comentó el problema a Benelli, sustituto de la Secretaría de Estado, éste le explicó que sabía se trataba de una más de las operaciones financieras urdidas por los banqueros y Marcinkus para evadir impuestos y especular ilegalmente. Lucíani comentó: ¿Qué tiene que ver todo esto con la Iglesia de los pobres? En nombre de Díos. Y Benelli le replicó: «No. En nombre del dividendo». Así que Juan Pablo I sabe a qué atenerse. Encarga al cardenal Villot la inspección financiera del IOR. Entretanto, Calvi ha comenzado a desprenderse de todas sus acciones, cuando se entera de que el Papa ha decidido reemplazar a Marcinkus e intentar devolver a la Iglesia a una situación de pobreza evangélica. Se asegura que el 12 de septiembre el Papa tiene en su poder una lista con los nombres de 121 funcionarios del Vaticano que presuntamente pertenecen a la masonería, entre los que figurarían Villot, Casaroli y Marcinkus. El día 13 llama urgentemente a G. Pattaro como consejero, confesándole su desconcierto ante las relaciones de enfrentamiento entre los miembros de la curia. Marcinkus, jurará a Cornweil que ni él ni nadie del Vaticano es masón, lo que se contradice con muchas investigaciones. Tras la única audiencia que mantiene con el Papa, comenta a sus ayudantes: «¡Qué barbaridad! ¡Parece agotado!» Es peligroso expulsar a los mercaderes del templo Según diversos testimonios, el Papa se propone sustituir a Villot por Benelli -gran adversario de Marcinkus- como secretario de Estado, entre otros cambios.

En la tarde del 28 tiene una larga conversación con Villot en la que le comunica su decisión de realizar importantes cambios y de poner fin a las relaciones entre el IOF y el Ambrosiano. Esa misma noche, Lucíani fallece. Alguno de los que estaban informados del nuevo rumbo planeado por el Papa pudo informar de ello a Calvi o a Gelli. Y alguien que tuviese acceso a la habitación de Lucíani pudo provocar su muerte. Se conocen unos cuantos casos de pontífices que murieron envenenados. Y tenemos además la lista de los atentados con la P-2 y de muertes relacionadas con la quiebra del Ambrosiano. El padre López Sáez ha expuesto de forma sumamente clara y sintética las más destacadas evidencias que le llevan a sostener la tesis de que se trató de una muerte provocada, y que hasta ahora el Vaticano no ha acertado a refutar con precisión. Por el contrario, además de que muchas de las relaciones delictivas del IOR están más que bien fundamentadas, su entrega de más de 240 millones de dólares a bancos acreedores de todo el mundo, por sus responsabilidades relacionadas con la quiebra del Ambrosiano, demuestran los intereses comunes de ambas entidades. La extraña caída de la logia P-2 En sus recientes declaraciones, Eduardo Lucíani, hermano del Papa, ha explicado la extraña forma en que Juan Pablo I se despidió de él, tres días antes de su muerte: Nunca nos habíamos besado ni abrazado, pero aquella tarde quiso besarme y me abrazó con fuerza. Le pregunté si estaba bien y me dijo que sí. Pero yo me fui con un misterioso presentimiento. Eduardo añadió que en sus encuentros con el pontífice, nunca se refirió a los problemas de IOR, pero antes de ser elegido Papa le confesó: «Por desgracia, hasta los bancos fundados por católicos, que deberían disponer de gente de confianza, se apoyan en personas que de católicas no tienen ni el nombre». Procesado por 65 delitos cometidos en Estados Unidos, Sindona es encarcelado en marzo de 1980, concediéndose su extradición a Italia donde fue condenado a cadena perpetua por la muerte del fiscal encargado de investigar la quiebra de sus bancos. A los dos días de estar encerrado en una cárcel de máxima seguridad, sufre un extraño ataque descrito como infarto o derrame cerebral, pero que parece fue producido por cianuro, falleciendo. Ortolani, acusado de participar en la quiebra fraudulenta del Ambrosiano, permanece varios años refugiado en Suramérica, antes de regresar a Italia, donde es procesado.



Logrando Entender

En marzo de 1981, la policía italiana intenta detener a Gelli como implicado en la fuga de Sindona, pero éste ha desaparecido de su villa residencial, donde encuentran los archivos de la P-2. Entre sus 953 miembros descubren a muchas de las personalidades más poderosas de Italia, como Andreotti y otros ex primeros ministros, 3 ministros en activo, 90 jueces, 43 parlamentarios, líderes de todos los partidos a excepción del comunista, banqueros, propietarios y directores de diarios, 183 oficiales de los tres ejércitos, incluido el comandante de las Fuerzas Armadas y 2 directores de los servicios de inteligencia. La estrategia de la tensión Cuando la prensa la descubre, se inicia una crisis que culmina con la caída del gobierno de coalición encabezado por Foriani, muchos de cuyos colaboradores eran miembros de la P-2. Como uno de los acusadores explicará, la Logia P-2 «combinó política y negocios con la intención de destruir el ordenamiento constitucional del país». Se refería a las implicaciones de la P-2 en atentados terroristas que crearon en Italia una estrategia de la tensión que la predispuso a varias tentativas de golpe de Estado, en las que participó la Logia, a la par que fomentaba el temor de diversas instancias a que los comunistas llegasen al poder, dentro de un mare mágnum de extrañas relaciones que CIA, Mafia y Masonería mantuvieron en Italia desde la Segunda Guerra Mundial y a las que no fueron ajenas altas personalidades vaticanas. En julio, la hija de Gelli viaja a Italia sin encubrir su identidad, siendo detenida en el aeropuerto y encontrándose en un doble fondo de su equipaje una serie de documentos relativos a la P-2, uno de los cuales es descrito como un informe secreto de la CIA falsificado que se refería a intentos de subvertir a Europa occidental y a Italia en particular. Resulta impensable que, tras haber sido sacados del país, semejantes documentos se pongan al alcance de la policía, a no ser que tras semejante maniobra se esconda una intención oculta. Ya el periodista P. Hebbiethhwaite se había extrañado de que en los archivos de Gelli no hubiese nombres de comunistas italianos ni de otros países, resultando complejo entender cómo sin tales intermediarios había realizado buenos negocios con países del Este y entablado amistad con el dictador Ceaucescu, sospechando que tales nombres podrían haber sido eliminados por el propio Gelli que habría dejado todo aquel material dispuesto para ser encontrado, en lugar de haberlo destruido. Stephen Knight, un investigador imparcial que ha denunciado la infiltración del KGB en la masonería británica, recuerda que Gelli trabajó para la inteligencia soviética y sostiene que, la P-2 fue un programa patrocinado por la KGB para desestabilizar Italia y llevar a los comunistas al poder por primera vez en un país occidental. Esto explicaría en su opinión por qué se encontraba entre sus archivos un documento en el que se describe la estructura de¡ KGB, aunque no se pregunta por qué lo dejó tras él, así como las motivaciones ocultas del escándalo de la P-2 y su conexión con el atentado que sufrió Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981, poco después de descubrirse los documentos de la Logia. Pero esa es otra historia y las claves de todo el embrollo podrían encontrarse en otro nivel: el de los oscuros designios de las fuerzas que rigen la extraña dialéctica del ajedrez planetario, situándose «más allá del bien y del mal», como veremos en otra ocasión. Un viaje sin retorno El 20 de ese mismo mes, Calvi es detenido por la quiebra del Banco Ambrosiano, ejerciendo una enorme presión sobre Marcinkus y Menini, directivos del IOR, para que acudan en su ayuda, comunicando a su esposa y a su hija que las operaciones anómalas por las que iban a procesarle habían sido realizadas en representación de esta institución bancaria del Vaticano, según constaba en documentos guardados en la Banca suiza del Gottardo.


Un año después de ser condenado y puesto en libertad bajo fianza, Calvi vuela a Londres. Hay quien sospecha que busca ayuda en una Logia de Londres, a la que decía pertenecer y a la que atribula poderosas influencias financieras. Sea corno fuere, su cadáver es hallado colgado de un puente londinense, con los bolsillos repletos de piedras. Un tribunal de Milán sostendrá que fue asesinado, mientras su viuda asegura que «fue víctima de feroces luchas vaticanas», y recuerda que, cuando Gelli llamaba a Calvi para chantajearle y le preguntaban quien era, desde 1978 siempre respondía: Lucíani, el apellido del Papa muerto ese año. Cuando Yallop intentó entrevistarle por teléfono para su libro sobre la vida de Juan Pablo I, Calvi le respondió malhumorado: «¿Quién te ha mandado contra mí? Yo siempre pago. ¿De qué conoce a Gelli? ¿Cuánto quiere? No escriba ese libro. No me vuelva a llamar nunca». Implicado en la quiebra del Ambrosiano, Gelli es encarcelado en 1982 en una prisión de máxima seguridad, de la que escapa un año después. En 1986 el Tribunal Supremo le implica en la brutal matanza de Bolonia, llevada a cabo por elementos ultraderechistas con el conocimiento de servicios de inteligencia controlados por él, y de la que intentó culpabilizar a los servicios secretos búlgaros y soviéticos, como en el atentado contra el Papa Wojtila. Extraditado por sus delitos financieros, pasó una corta temporada en la cárcel, concediéndosela la libertad provisional por motivos de salud. Un trabajo del Espíritu Santo Contrasta la imagen que de Juan Pablo I se ha querido dar en ciertas esferas vaticanas con la que de él ha retenido el pueblo llano. Un anónimo monseñor confiesa a Cornweil: «El Espíritu Santo hizo un buen trabajo, librándonos de él antes de que hiciera demasiado daño». Don Diego Lorenzi, uno de sus secretarios, le confirma: «Les hubiera gustado cambiarle. No le merecíamos». «Ese Papa consiguió un enorme afecto popular de la gente corriente -opina el padre Farusi, director del informativo de Radio Vaticana-. Se le creía aún más popular que a Juan XXIII, era incluso más santo, más humilde, más modesto, más sencillo. Se pensaba de él que era un Papa santo, cercano a su gente». Está claro que un Papa así tenía que resultar incómodo para muchos en un ambiente que ha cambiado la humildad, la caridad y el amor por la púrpura, el protocolo y la burocracia. Su reino no era de ese mundo y ese mundo le despreció.

Autor: Enrique Vicente
Fuente: formarse.com.ar

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